Poesía completa
Toda la poesía de Borges en un sólo volumen.Dos deberes tendría todo verso: comunicar un hecho preciso y tocarnos físicamente, como la cercanía del mar. Además de extraordinario narrador y ensayista, Borges fue un excelente poeta.
POESÍA
Sebastian Alcántara
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"Poesía Completa de Borges: El Atlas de lo Inefable"
La edición íntegra de la obra poética de Jorge Luis Borges (Debolsillo, 2016) constituye un evento cultural de magnitud comparable al descubrimiento de un nuevo cuerpo celeste. Aquí yace reunido, en 432 páginas, el universo lírico del maestro argentino: desde el ardor ultraísta de Fervor de Buenos Aires (1923) hasta los haikus crepusculares de Los conjurados (1985). Esta antología no es mera compilación; es una cartografía del alma borgiana, donde cada poema traza coordenadas metafísicas —tiempo, memoria, infinitud— con la precisión de un geómetra y el asombro de un niño frente a un tigre.
I. Génesis de un Alfarero de Laberintos
Borges construyó su poética como un edificio de ecos y anticipaciones. Los versos iniciales —impregnados de la vanguardia ultraísta— ya contenían los núcleos de su cosmos:
Fervor de Buenos Aires (1923): La ciudad se transfigura en mitología personal. Calles como "Calle desconocida" son topografías del deseo, donde el joven poeta descubre que "las cosas son palabras de una lengua mágica".
Luna de enfrente (1925) y Cuaderno San Martín (1929): El criollismo se torna arquetipo. En "El general Quiroga va en coche al muere", la historia argentina deviene tragedia griega, prefigurando su obsesión por el destino como trama inexorable.
II. La Ceguera Luminosa: Madurez como Ascensión
Tras perder la vista, Borges depuró su lenguaje hasta alcanzar una alquimia de sombra y fulgor. Esta evolución cristaliza en:
El hacedor (1960): Libro umbral donde poesía y prosa se funden. En "Arte poética", el verso "el río interminable que es el hombre y sus espejos" sintetiza su ontología: el yo como reflejo multiplicado en el tiempo.
Elogio de la sombra (1969): Obra cumbre. La ceguera —lejos de ser luto— es llave epistemológica: "Ya no es mágico el mundo. Te han dejado / [...] Ya no compartirás la clara luna" ("1964"). El poeta dialoga con Milton y Homero, transformando la oscuridad en cámara de ecos.
La moneda de hierro (1976) y Historia de la noche (1977): Austeridad estoica. Sonetos como "El amenazado" convierten el amor en laberinto sin centro, mientras haikus destilan el mundo a su quintaesencia: "Lento en la sombra / la urdimbre de la araña / ya está completa".
III. Temas: Filosofía como Materia Poética
Borges no "trata" motivos; los encarna en imágenes que sangran metafísica:
El tiempo: No fluye; es un acorde simultáneo. "Reloj de arena" lo muestra como arena que cae hacia arriba y abajo, eternidad en granos de cuarzo.
Los espejos: Fractales del yo. En "Los espejos", el verso "Yo, que sentí el horror de los espejos / no solo ante el cristal impenetrable" revela el pánico ante identidades que nos desmienten.
La infinitud: Biblioteca cósmica. "Los conjurados" celebra a Suiza como "isla del tiempo", metáfora de toda cultura que desafía el caos con memoria.
IV. Estilo: Erudición que Canta
Su técnica es milagro de concisión alquímica:
Uso de formas clásicas (soneto, décima) para contener vértigos conceptuales.
Alusiones cultas (Schopenhauer, Dante, mitos nórdicos) que operan no como ornamento, sino como huesos estructurales del poema.
Ironía socrática en poemas como "Los justos", donde la bondad se describe con precisión de entomólogo: "Un hombre que cultiva un jardín, como quería Voltaire".
V. Vigencia: Borges en el Siglo de la Amnesia Digital
En 2025, cuando algoritmos sustituyen memorias y pantallas fracturan identidades, esta poesía es antídoto y diagnóstico:
Frente al culto a lo efímero, Borges ofrece eternidad portátil: versos que caben en un bolsillo y contienen universos ("Un puñado de versos puede ser una hoguera").
Ante la posverdad, su obra afirma que la paradoja es la única certeza: "¿Somos acaso el tiempo que nos queda?" ("Poema de los dones").
Su defensa de la literatura como conjuro contra la nada resuena en sociedades que buscan sentido tras el colapso de los grandes relatos.
"Siempre el jardín / siempre la luna / siempre la sombra." — este tríptico de La cifra (1981) condensa su legado: la poesía como jardín donde lo eterno y lo fugaz se enraízan en una misma tierra verbal.
Epílogo crítico: Leer esta compilación es recorrer el Aleph poético —ese punto que contiene todos los puntos— donde un ciego de Buenos Aires vio más lejos que los videntes. Borges no escribió para su tiempo: escribió para el tiempo mismo.